vendredi 27 juin 2008

Recuerdo de pájaro

Hay que escribir un invento científico que madure como un sol a las cuatro de las tardes.
Hay que inventar un escrito que alumbre negramente -como la noche- las conciencias que le miran.
Hay que construir un ojo formado de letras, que observe la chispa, la brizna, el olvido instantáneo de los pájaros.
Hay que recordar siempre el olvido instantáneo de los pájaros como si fuera eso nuestra preciada memoria colectiva.

Hay que componer alabanzas al agrio sabor de los regüeldos:
y hablar de la saliva y de la savia;
del señor y del señuelo;
de las noches y los mochis;
de la intrínseca verdad y la gran seca vereda.

Hay que decir las cosas que se dicen siempre,
como si fueran poemas escritos al vacío,
a la noche o a la estrella;
y dibujar mandalas y obsesiones,
chancletas, palmas,
caminos rectos y curvos,
aguas cristalinas y brechas de polvo sumergido en charcos, ranas… y croares:
cantos,
espuma de recuerdos
y la letra ilegible de un poema que no dice mucho más que todos los poemas.


Hay que tener bien presente en la memoria

el olvido instantáneo de los pájaros.