lundi 11 mars 2013

Respuesta a un compañero de oficio que preguntaba en un muro "qué hace poeta al poeta".

Yo respondo ingenuamente; salvajemente: "La voz de los démones". Pero mi respuesta no me dejô tranquilo. Mierda, los démones, qué cursi soy. Y luego, leyendo, la voz de los démones me interrumpiô. Salté entonces a corregir: "Es la poesîa que hace poeta al poeta. Este, sin la poesîa, no tiene ningûn valor extraordinario, mâs allâ de la animalidad que lo convierte en humano. Un poeta muerto joven vale mâs que un viejo escribiendo versos que nadie quiere leer. El poeta es desechable, como el cuerpo. Es ahî donde intervienen los démones, saltando de un cuerpo a otro, de una mente a otra mente. Y es la mente del humano que no soporta la voz inmaterial de aquellos démones, es la mente que vuelca al humano a la escritura, a balbucir por escrito lo que los démones cantan. Y es eso, lo escrito, que se tiene por poesîa en el mundo del lenguaje. Y es esa poesîa que hace poeta al poeta." Y ya. Mierda, la poesîa, qué cursi soy.

lundi 4 mars 2013

¡Oh, sorpresa!

"Me sorprende la llegada al mundo de otra primavera más. Me sorprende la fuerza con que las plantas vuelcan sobre sus ciclos sin poner atención a nuestra angustia. Me sorprenden los indios de los pueblos lejanos que no entienden de arte, ni saben de cultura. Me sorprenden sus símbolos, su infinita inconciencia, su lectura ilimitada de la escritura del cielo. Me sorprenden las voces que cantan en el cerro; que para no aburrirse cantan aquella melodía que frente al fuego, de niños, les enseñara su abuelo. Me sorprenden los niños, con los ojos abiertos, tragándose verdades que cualquiera se inventa; y también las mujeres que paren sin teléfono y sin necesidad de llamar ambulancias. Me sorprenden las armas, el fuego abierto contra los inocentes de por sí malheridos. Me sorprenden los malos, tan siempre malos; y me sorprende más esa bondad terrible que condena a los buenos. Me sorprenden los dientes que hienden animales, desde aquel caracol hasta los elefantes. Me sorprenden los padres abrazados de su hijo, y me sorprende el hijo siempre entregado al padre. Me sorprende la muerte, y me sorprende el mar, y me sorprende el sueño, de madrugada y tarde... Me sorprende la arena y el aplauso de un público que no sabe ni cuándo, ni dónde, ni qué, ni cómo, ni por qué, pero sigue aplaudiendo. Y me sorprendo yo, frente a un ordenador, diciendo o escribiendo lo sorprendido que estoy. Me sorprende el abismo, este vacío febril de los desesperados. Me sorprende saber que los desesperados somos sin duda todos. Y me sorprende el hambre, y me sorprende dios, y me sorprendes tú que miras mis palabras con los ojos abiertos, con los ojos de un niño devorando verdades."