jeudi 10 octobre 2013

La grande découverte (De nuevo; tres años después)


He pasado 31 años de mi vida perdiendo el tiempo. Mirar el paisaje, a veces me ha inspirado bellos poemas que nunca he llevado al papel. Pero ¿qué pueden importar los poemas que no he escrito? He leído frente a reducidos públicos mis disparates, aquello que sí alcancé a escribir, lo que me salió de la cabeza una hora antes, lo que vomité de ira sin pensar en las palabras, lo que me forcé a decir cuando no había nada interesante en mis ideas. Pura basura. Me mostré ante la gente que me vio nacer, ante los que me vieron aprender a andar en bicicleta, me mostré como escritor de la manera más soberbia y desprecié a algunos amigos que preferían la religión y leían la biblia como si en aquellos textos pudieran encontrar el secreto del mundo, buscando la salvación. Yo prefería hundirme en el abismo y así lo dije entonces. Ahora, una década más tarde, sigo en el abismo. He decidido que me he dado cuenta que no tengo nada que decir. Y aún así me gusta creer que mi pensamiento puede traducirse en un mensaje que transforme… (¡ja!) ¿Pero qué hay que transformar del mundo si todo está resuelto? Qué egoísmo el heroísmo. No lo puedo negar, nada puedo hacer contra ello (el egoísmo); es quizá la única gran característica que unifica a la Humanidad entera (el egoísmo), esa especie de animal que ha decidido que el mundo fue creado para su aprovechamiento y que si no hay signo de progreso la sociedad no existe, y que la sociedad es indispensable para el ser humano, y que el ser humano es lo más importante que hay en el universo, porque no es posible que un simio o una pulga o un murciélago o una puta hormiga puedan leer este mensaje imbécil dirigido para los únicos animales que saben interpretarlo.
Ah, pero qué bonito es vivir. Pensar en cambiar el mundo, pensar en la instauración de la paz a la mitad del caos, soñar con detener el mal, planear, discutir, prepararse ingenuamente para hacer la revolución, creer que el futuro va a ser mejor, hacerse el héroe: PATRAÑAS de la HUMANIDAD como su SANGRE derramada. La pobre humanidad es apenas una patraña en el universo entero y al mismo tiempo forma parte de su infinito centro. Qué risa dan los banqueros, los gobernantes (los del mundo), los soldados, qué risa los asesinos. Todos, cada hombre sobre la tierra, cree, así sea el más idiota, que lo que hace, a eso que dedica su tiempo cada una de las piruetas planetarias, todos creen que forman parte de algo IMPORTANTE sobre la tierra. Aunque las hay, personas, que sólo prefieren cambiar el canal de la televisión, sin compromiso alguno, sin hacerse ningún problema en sus neuronas, sin reparar en el gran aparato de mierda que sostiene el juego de luces tintineando sobre la pantalla plana como en el cielo las estrellas redondas, más allá de esos satélites en lo alto, más allá de toda esta basura electromagnética que atraviesa el vacío de nuestros cuerpos. Hay otros, humanos, que prefieren mirar las estrellas, tampoco ellos valen nada.
He pasado 31 años perdiendo el tiempo. Y ahora que lo sé... todavía no tengo nada que decir. Quizá para ganar el tiempo, habré de pasar 31 años perdiéndome a mí mismo.