Y a México
se lo sigue llevando la chingada,
¿o será que
la chingada fue devorada por México y lo está haciendo reventar?
Me hago
preguntas desde acá.
Tantas preguntas desde acá.
No necesito
escarbar mucho para encontrar los cuerpos.
Me basta
echar un vistazo a esa breve pantalla negra que me mira;
a ese país
donde nací -porque así fue- se lo carga la muerte día a día;
se lo carga
un cortejo de Muerte, Ignorancia y Lasitud,
Astenia de
las masas,
Afasia de clases
hipnotizadas por televisiones, fútbol y cerveza.
Alguien por
ahí quiere creer que este Pueblo ha despertado.
Y yo, desde
mi lejanía desmesurada, escucho los ronquidos
de aquellos
que por vivir en paz se envuelven en las sábanas
plagados de
ácaros y olvido minuto por minuto.
Allá existe
un México que me imagino
porque ya
no vivo en él.
México que
percibo a lontananza,
plagado de
brumas y recuerdos
que ya no
corresponden con realidad ninguna.
En ese mi
país que yo imagino,
pareciera
que ojos que no ven son vigilantes;
que oídos sordos portan toga de jueces;
que manos
paralíticas redactan nuevas leyes;
que pies
entumecidos encaminan las almas;
y las
balas se disparan cumpliendo
su destino.
Pareciera que la única verdad que queda es la verdad de las balas;
a diestra y a siniestra.
Que las
armas sirven para matar y son usadas;
y que
detrás de las armas una sombra infatigable
se vuelve a
fusionar con la noche más oscura de mi patria.
Patria México
anagrama de Pirata.
Bandera
negra y violenta.
Águila
devorando a una serpiente venenosa,
reposando sus garras en la higuera de barbarie.
El águila
desgarra y chilla, mientras la serpiente sisea blandiendo sus colmillos.
No hay más que destrucción, dolor, veneno, espinas
muerte en
ese símbolo impuesto a pequeños y grandes
para saludar
con orgullo. Y respetar. Y defender. Y dar la vida por él.
Bandera de
Pirata en altamar ondeando a merced de la corriente,
sobre un mar de sangre y atolones de huesos.
Fragata cuyos
cañones apuntan contra mujeres y niños.
Bandera
negra.
Oscura bandera de la Patria que se aleja.
Adiós
naufragio de mi orgullo.
Adiós para siempre,
adiós.