Para Carlos César Solís
"He aprendido a cerrar los ojos frente a la belleza y
escucharla hablar.
Esa voz lo dice todo, como los libros que pueblan el
universo.
Una voz que habla en silencio.
Un silencio que hace ruido.
El ruido insoportable de la belleza parlante.
He aprendido a cerrar los ojos para escuchar mi corazón
latiendo.
Un latido que habla de mí mismo, como mi piel, mis entrañas,
mis huellas, mis cabellos.
Un latido que es señal y paraíso y muchas veces infierno.
Un infierno que late fuerte y con amor.
El amor insoportable de mi corazón erecto.
He aprendido a no hacer caso de lo que mis ojos ven cuando
los abro.
No hacer caso de las apariencias del objeto, ni del
monstruoso conjunto que lo acompaña.
Un monstruo inabarcable que no sabe decir nada.
Una nada que viene callando hasta mis ojos convexos.
Ojos que miran esa superficie tenaz que he decidido ignorar
profundamente.
He aprendido a venerar la soledad, la oscuridad y el silencio."
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