jeudi 15 décembre 2011

Escuchar la novena sinfonía metido en la oficina trece un viernes quince del mes doce del dos mil once; ah, qué siglo tan veintiuno

"Qué fuerte... ahahaha...", se ríe la compañera al teléfono. "No te puedo creer", dice mientras la batería se le recarga en el oído. "Poooobre... ¿cuántos años tiene?... Pero desde el primer mes quiere ir a terapia de pareja... ... pero es que, no puedes empezar con alguien yendo a terapia de pareja."... ... etc.
Me duele la garganta y hago lo posible por no escuchar la conversación. Pero no puedo. El estómago me pide algo, mi cabeza da vueltas en cuatro o cinco temas. Todo es tan físico, todo es tan material. Desde mi computadora emerge, despacito, una tonada que retumba. Una tonada emitida por decenas de instrumentos, desde una sola bocinita. Una tonada escrita hace ya siglos y más siglos. Y mi garganta sigue que te duela y duela. "Tic, tac", dice sin ganas el reloj, pero sin detenerse nunca. Son las tres y media, o casi. Las cosas siguen igual. Mi estómago me está pidiendo algo. La compañera sigue riéndose al teléfono. La copiadora parpadea como queriendo dormir. Los ventiladores de todos los ordenadores zumban como un enjambre de moscas. Lo único que avanza es el tiempo o mi reloj. El ordenador tenía programados saltos en la música, y después del primer movimiento de la sinfonía se me aparece delante una banda metálica y triste, que arrastra los pies sobre las avenidas, que camina y camina y gime y sigue caminando sin llegar jamás a alguna parte.
Y aquí estoy yo, con estas orejas que no paran.

jeudi 1 décembre 2011

Des-per-tar

Voraz. Mi voz se pone un poco de rabia por la mañana. Una voz en la cabeza. Claro. Una voz que llama dice hola. Una conversación agitada entre el pensamiento y el recuerdo. La imagen y la experiencia hacen un escándalo en el fondo de mi cráneo por un pleito de derechos. Yo escucho toda la mañana ahora de noche. Despierto, a estas horas, escucho las risitas desde el fondo de una clase, mientras califico un nuevo examen. Todo el sonido ha quedado en mí sujeto. El día con día es una voz. El calendario es un coro de carcajadas desnudas. La luna está burlándose de mí detrás de la ventana, por eso le doy la espalda.


Luego...


Hay una palabra, una palabra que me ha dado la cara. Una palabra que hoy y ayer ha venido a hacerme frente. Ese tipo de palabra que se hace como que "no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo"... Viene y suena aquí, y me hace un desmadre fatal en la cocina de mis sentimientos, en la mesa de mis especulaciones, en el servicio de todos mis silencios... Anoche, de cama, vino a hablarme. Palabra con verbos en los labios me despierta. Tanto tiempo había dormido en mí...

lundi 28 novembre 2011

En la sala de espera, un poema puede convertirse en gastroenteritis

Un nombre lejano vierte en mí la nostalgia de los ojos abiertos frente al horizonte.
En mis oídos se instala un pensamiento, como el océano se repite eterno en el abismo de los caracoles.
Pienso en ti.
Escribo en un papel y pienso en la poesía.
Pienso en tu nombre y el mío y siento el fondo de mis ansiedades escurriendo por las piernas.
Miro allá, donde el sol emite su corola última para fertilizar la noche.
¿Dónde se ha metido el resto de los días?
El futuro, mirando el horizonte, parece que surgiera detrás nuestro.

Plus loin!

Tristement, l'après midi laisse tomber la nuit devant le monde. Un hiver de plus ici. Sur le pont royal, je regarde couler "la ravageuse des eaux froides". Parmi les îles de sable, les canards essaient de chanter ensemble. Des tourbillons obligent les hérons à s'envoler. Le fond de l'air est gris, le fond de mon coeur est frais. La lune s'accroche de son ombre, là-haut, entre les nuages et le grand noir qui s'étend avec un air jouissant. Je vois des couleurs qui crient dans l'horizon. Sur mes pas, je marche, j'abandonne, je commence à m'en aller. Le jour s'achève.

dimanche 27 novembre 2011

Adborescencia

A menudo siento. La vida se me pone en pausa y siento. Mis ojos se abren grandes ante el vacío de un sentimiento que me inunda y no puedo pensar. A menudo no estoy frente a nadie porque me pongo a sentir. Y es tan peligrosa esta situación que podría simplemente desbarrancarme con el automóvil a muy baja velocidad. Ante mis cuarenta alumnos y alumnas de gramática me sucede a cada rato. Los pies no sienten mi suelo y el suelo no se interesa por mis pies. Un entumecimiento en las manos me provoca escribir un verso en la pizarra y no puedo justificar su origen, ni su utilidad para el programa de la clase. Estoy perdido. Creo que simplemente estoy enloqueciendo. Siento una necesidad, una necesidad que me exige que reaccione: como el hambre pide abrir la boca, como una erección de madrugada reclama una calurosa compañía, como mi ventana abierta guiñe un salto. Y sí, sí... necesito, necesito: Tengo la boca abierta, y la erección más desesperada inunda las cavernas con mi sangre, y he saltado y caigo y caigo feliz, y caigo...
Un enamoramiento adolescente ha desviado mis objetos. No reconozco ya mi casa. No entiendo ya la ruta de regreso. Amor, me dice el alma. Amor, me dicen los secretos de la noche. Amor, me dicen las estrellas perdidas en las nubes. Amor. Y tengo ganas de llorar al borde de los ríos; de atravesar gritando las avenidas abotagadas de metal y gente; tengo ganas de saltar feliz hacia el costado de los puentes; de tocar las puertas de la policía y declararme culpable de lo peor... quiero morder hasta arrancar... Un enamoramiento sin objeto adolesce mis desvíos. Un objeto sin enamoramiento ha desviado mi adolescente. Un adolescente sin desvíos ha objetado mi enamoramiento.

samedi 29 octobre 2011

lecho celeste

........en este fondo que soy los sedimentos alzan de nuevo sus turbios escarlatas.... hay corrientes aquí, corrientes que me llevan a donde yo no quise ir... adonde está el amor, esperando en una de esas partes por donde camino a fuerza... adonde está el amor y un sentimiento de palmas y de manos... el amor por unos labios que confirman en silencio dónde están los míos... el amor por un secreto... por un secreto diurno, por la sombra, por ese "no sé mañana pero ahora estamos ya, vamos, anda, dime que sí, que estamos aquí"... y está este tiempo... está... y la distancia de un mundo que ya no siento vivir... y está la muerte también, que me hace ronda con dulzura, y canta mi memoria y una voz de ayer que no sé de dónde viene... y están las ganas de partir en este instante... las ganas de lanzarme por una ventana rumbo a cualquier lecho celeste, y allá recomenzar.............

jeudi 13 octobre 2011

Digamos mar, entonces

A veces la marea nos lleva lejos, nos aparta de la tierra para arrojarnos al misterio.
Hay aguas que no son dulces, y hay ríos que no dibujan deltas sobre la sal.
Cuando el viento y la corriente no hacen juntos el camino, los pasos de la rivera pueden perder dirección, pero nunca su destino.
Bajo el susurro de los puentes, el mar y la muerte son un solo sueño.

vendredi 30 septembre 2011

L'evolución

Hace mucho, pero mucho tiempo, las personas solo se calentaban con el sol. Las medias no existían, y las chamarras menos. Antes de inventar los abrigos de piel, por las noches, los antiguos humanos tenían que buscar refugio en los rincones oscuros de las cuevas. Así, los ancestros de nuestros ancestros obtenían un riquísimo calor, acercándose los unos a los otros; solo estando cerca, muy cerca, cada vez más cerca, pudieron sobrevivir a los inviernos. Ahí, abrazados, en el centro de la oscuridad, los no tan ricos olores humanos dieron origen a la invención de los perfumes.















Poco a poco, aquellos anticuados trogloditas se fueron modernizando y transformando, descubrieron el fuego y más tarde la calefacción a base de resinas, carbón, petróleo, alcohol o gas. Todo muy bien, todo en regla. Sin embargo, en nuestra actualidad, los humanos que ahora somos todavía no hemos dejado de utilizar perfumes para esconder los aromas que nos separan los unos de los otros.

mercredi 7 septembre 2011

Tac, tac, tac, tac...


Anoche, al salir de un examen médico que tuve que pasar por cuestiones de trabajo, me di cuenta que llevaba algunas horas con un dolorcito de cabeza que se estaba acrecentando a cada palpitar de mi corazón, o así me lo parecía. Bum, bum, bum... Creí que tenía hambre, pues a veces me sucede que cuando no tengo tiempo para comer en la mañana como es debido, cualquier cosa que coma a mediodía no es suficiente, y en el transcurso de la tarde (o el apré midí, como dicen los franchutes) es mi cabeza quien termina resintiendo un malestar. Pero ayer ya casi eran las ocho de la noche, y según yo, la comida del mediodía no había estado del todo mal. Como sea, llegué a casa y puse a hervir agua en una cacerola, para preparar un espagueti. Pero el bum bum bum de la cabeza ya no me dejó ser coherente con los ingredientes, y mi espagueti resultó una cochinada que no me pude comer. Para entonces mi cuello no sabía que hacer... si sostenía mi cabeza, el resto del cuerpo perdía toda fortaleza... si se ocupaba entonces de sostener el cuerpo, mi cabeza caía hacia un lado u otro sin poder mirar al frente, donde estaba abierto el manual de la Nueva gramática de la lengua española. Busqué pastillas, pero no hallé. Como pude, acomodé el colchón y me estiré. Cualquier lectura en cama era impensable; apagué la luz y desaparecí en lo oscuro de unos pensamientos que volaban como aullidos en la noche. De repente sonó mi celular, que sin darme cuenta lo había colocado sobre mi pecho. Vibraba. Era ella. Lloriqueando, como si estuviera muriéndome, le conté mi día, y ella, con su voz cansada de la semana, me resumió el suyo en pocas frases. Luego, adiós y buenas noches. En el fondo de la habitación me dediqué a respirar. Mis sueños, multitud; como risas alrededor de un enfermo. Dormí mucho, me pareció; dormí mucho, pero mucho tiempo.

Hoy desperté a las seis cuarenta y tantos, a las siete cuarenta y tantos y a las ocho cincuenta y tantos de la mañana. Un libro no me dejaba leer la última cifra de la hora. Me levanté, me bañé, me preparé un desayuno. Desde hace unas horas hurgo en mi ordenador, busco en internet, hojeo algunos libros que tengo aquí a la mano; extrayendo textos, preparando discursos, elaborando actividades. Juego mi rol de maestro responsable. El tic, tac, tac, tac, tac no se escucha aquí, en este lugar, porque todos mis relojes son digitales. Eso es un peligro, porque uno nunca sabe cómo diablos hace el tiempo para escurrirse bajo las pestañas de quien cree controlarlo todo. Creo que el tic, tac, tac, es un marcapasos efectivo para el corazón de los ocupados.
Y ya.

vendredi 1 juillet 2011

Abismo y yo

Las cosas son como son. Yo no hice nada para ser. Tú tampoco. Nuestra madre tampoco. Simplemente estamos aquí, en el mundo, viviendo el mundo, contando el tiempo y tratando de estar bien en periodos cada vez más largos. Aunque a veces nos conformemos con poquito.
La huella que dejamos en los demás, es en realidad lo que los demás deciden tomar de nosotros; a veces sólo toman lo que les gusta (como el niño del juego), a veces toman lo que necesitan (como el feo de la belleza), a veces simplemente se defienden de lo que detestan (como el moralista del rebelde). A esa huella la llamamos "recuerdo", "concepto", "imagen". Lo mismo pasa con el amor. Amamos de los demás lo que deseamos para nosotros. Nos gusta sentir a través de los demás, pero lo que sentimos jamás emerge de nosotros si no es por palabras, por caricias, por contactos. Pero las palabras, las caricias, los contactos, son una simulación, un intento de expresión de lo que sentimos. Porque cuando nos sentimos de tal o cual manera, estamos siempre solos, Mi sentimiento y Yo. Amor y Yo. Tristeza y Yo. Alegría y Yo. Soledad y Yo. Abismo y Yo. Etc, etc, etc, ad infinitum.
Sin embargo, solos no podríamos existir. Es la tensión entre la soledad y la compañía que la identidad se genera; es a través de la identidad y de su aparente desarrollo en las relaciones con los demás, que tenemos un sentimiento de existencia, que existimos. Pero al mismo tiempo el aliento de vida, la única prueba de verdad, es la palabra; nuestra palabra. Lo que los otros dicen sobre nosotros, es una ilusión, un espejismo de lo que nosotros mismos hemos dicho. Es nuestra voz que existe; y el cuerpo es su caja de resonancia. Es nuestra palabra que se extiende en el espacio y el tiempo. Nuestros sentimientos sólo van a nuestro abismo. Nuestros recuerdos sólo van, poco a poco, rumbo a la oscuridad de nuestro propio olvido. Y ahí, en medio de lo oscuro, está la muerte. La nuestra. La preciosa muerte.

jeudi 16 juin 2011

La muerte estrena guadaña















Onomatopeya del horror

JSH

“Si descubro al culpable de tanto desastre… lo va a lamentar…”
(En “Yo soñé con aviones”, SRD)

I
Arde un automóvil en el fondo de una calle; a la mitad de lo oscuro, el fantasma de don Gregorio Torres Quintero grita “¡Aaah!”, como una quemadura. El fuego se levanta, haciendo visible la catástrofe, evidenciando el crimen a la lente, al ojo de quienes detentan la justicia. Los guardias de la inteligencia dicen “¿Eeeh?”, detrás de sus pantallas, como quien nada entiende. Una lección nocturna está por ser dictada; una lección primaria ha de ser aprendida. Momentos más tarde el camión de los bomberos sale de su hangar y ulula “¡Iiih!”, con el chillar de una sirena que sufre de calor bestial. Es el momento del chorro contra la llama; es la hora de la espuma contra el humo; es la hora de los periodistas y el “ring ring”, y el “qué pasó”; es la hora de un fondo estrellado y un murmullo de satélites allá en lo alto. En el automóvil aún ardiendo, un cuerpo carbonizado dice “Ohhh” como un último suspiro, en medio del vapor y el combustible. Los detectives traen sus cámaras fotográficas, toman medidas, recuperan pistas, hurgan con la mirada, y cuando alguien les pregunta si tienen la noción de lo que pueda haber detrás de este homicidio, responden “Uuuuh”, como quien piensa “Pobre ingenuo”. Una lección primaria acaba de dictarse; a finales de mayo hemos aprendido las vocales de nuestro abecedario del crimen.
Hace días, ya pisando la mitad de junio, los maestros del horror quisieron revisarnos el dictado. Un Domingo Savio fue testigo de la necedad con que los policías repitieron una a una las partes de la lección mal aprendida. Esta vez fueron dos cuerpos y una camioneta con reporte de robo quienes sirvieron de banquete al fuego que borra toda huella. Esperemos que para la próxima clase, sea la justicia y la pericia previa quienes nos pasen lista. Esperemos que pronto se den cuenta –nuestros detentores de la ley—que son ellos los calificados.

II
Parece que los detectives andan tras la huella de un criminal innovador y pedagogo. Quizá se trate de una nueva cabecita de maniobras, con ideas diferentes y métodos espectaculares; para enseñarle al enemigo quién es el que manda aquí. Quizá una nueva marioneta para este guiñol sangriento en que se ha convertido nuestro estado.
Pero es fácil sacar sus conclusiones detrás de la barrera de toriles. Es fácil suponer que hay alguien pretendiendo ocultar sus fechorías tras las llamas; que al quedar las víctimas irreconocibles pueden hacerse pasar por fulanitos y perenganitos desaparecidos, mientras las averiguaciones previas dan lugar a presunciones perennes.
En todo caso pidamos al cielo lindo que los detectives tengan una huella que seguir. Y a la Inteligencia que no le esté poniendo trabas al asunto para hallar al responsable. Pidamos al Fuego que ha abrasado nuestras noches vuelva a ser sólo una pesadilla y no se convierta nunca en vehículo para la impunidad de cada día. Pidámosle a nuestro Angelito de la Guarda que cambie su espada por un refulgente cuerno de chivo.

mardi 7 juin 2011

Salir de pobres

Viaje en órbita

Mundo maniquí, maniqueo

Se ve que en este mundo, los que vivimos aquí no queremos salir de pobres, ni jodidos. Y un día habremos de tener razón. Y no lo digo por ti, o por usted nomás, sino por todos. Los que buscan trabajo “de lo que sea”, a todo le encuentran un pretexto para abandonarlo, y los inteligentes arrebatan. Los que tienen un buen corazón y espíritu solidario ofrecen su ayuda voluntariamente para resolver problemas de urgencia, mientras los inteligentes arrebatan.
En el mundo existen dos grupos de personas: los inteligentes y los pobres. Los primeros, gracias a su inteligencia y a su “mentalidad” del éxito, se ganan las becas más prestigiosas, salen de sus cascarones y vuelan a las universidades del norte, para hacer sus doctorados de economía en lugar de biología, de administración en lugar de historia, de comercio en lugar de literatura, de robótica en lugar de bioética, etc., etc., etc. Los segundos, a causa de su pobreza y la “normalidad” del fracaso, raras veces merecen una beca no muy prestigiosa sino más bien alimentaria que les adorna el comedor una vez al mes; lo que los pobres siempre ganan es la confianza de los inteligentes, quienes los dejan entrar en sus casas para que las limpien, y luego hasta les pagan un sueldecito para que se compren una despensita en la misma tienda del patrón. Aunque con menos frecuencia que los inteligentes, los pobres también llegan hacer sus doctorados, pero en humanidades, o en agricultura, en turismo, o en ley (para defender lo que aún les queda), todo eso en lugar de la dinerología, el empresariazgo, la explotación y la guerra, profesiones propias para inteligentes.
En el mundo –aunque los pobres son mayoría— son los inteligentes quienes gobiernan y organizan a la sociedad. Sí. Sí. Los inteligentes diputados y el gobernador inteligente. Los presidentes y los emperadores inteligentes. Los dueños, los empresarios, los productores, los directores, los de arriba, todos los inteligentes. Y parece que los pobres están contentos con ello. Aplauden a los políticos inteligentes, cantan canciones de los artistas inteligentes, se visten con ropa de diseñadores inteligentes y hasta comen hamburguesas. Y cuando algunos pobres (desorientados) quieren pasarse de listos con sus manifestaciones, perturbando el orden de este lindo y productivo sistema, no hay nada de que preocuparse, porque siempre habrá otros pobres –más bien jodidos—, vestidos de azul y cubiertos de plástico, armados de una cachiporra y pistoletas; un enorme cuerpo de pobres encasquetados, con camuflaje en el alma y el rostro cubierto de vergüenza; un montón de jodidos como tú y como aquel de allá, que vendrán en bola para ponerse enfrente, y no dudarán en romper piernas y hocicos de los pobres pasados de listos para que todo quede igual, para que nada cambie.
Siempre habrá un inteligente que apriete el botón rojo, y un pobre que aviente la bomba. Siempre habrá un inteligente que invente un nuevo aparatito, y un pobre que sueñe con tenerlo. Siempre habrá un inteligente que dirija una gran empresa, y un pobre que trabaje en ella. Siempre habrá un inteligente que diga una gran mentira, y un pobre que se la trague entera. Siempre, siempre, siempre.
El día que los jodidos dejen de cortar cabezas de los pobres y miren con deseo las gargantas lavadas de los inteligentes, ese día por fin daremos gracias porque nunca salimos de pobres. Ese día la razón estará de nuestro lado, y ay de quien quiera hacerse el inteligente.

mardi 24 mai 2011

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

... quiero cantar... pero cantemos juntos...

... quiero cambiar... pero cambiemos juntos...

... quiero crecer... pero crezcamos juntos...

... quiero vivir... pero vivamos juntos...

... quiero levantarme... mas levantémonos juntos...

... quiero gritar... pero gritemos juntos...

... quiero conspirar, planear, hacer, actuar, alzar mis armas contra el dios ignominioso de este mundo... pero conspiremos, planeemos, hagamos, actuemos, alcemos nuestras armas contra el dios ignominioso de este mundo, juntos...

... quiero explotar... pero explotemos juntos...

...porque...

... quiero la libertad... pero la libertad juntos...

... quiero la justicia... pero la justicia juntos...

... quiero tranquilidad... pero tranquilidad juntos...

... quiero todo, todo, todo... pero todo, todo, todo juntos...

... quiero siempre... pero siempre juntos...

Del escarnio venimos, y al escarnio dirigimos...

Viaje en órbita

El escarnio del mundo…

Ay, señor, dijo la mucamita,
lo que usted dice no es novedad…
porque lo mismo cuando me vieron
todos sus amigos me lo dijeron…

“La mucamita”, Nacha Guevara

La noticia ha sido ya por todos masticada. Es más, el escenario ha sido ya por muchos recreado. Y podría decirse que también la historia ha ya sido vista en muchas partes (antes, durante y después). La mucama de hotel que llega justo en el momento en que el señor está saliendo de la ducha. El señor que va saliendo desnudo de la ducha en el momento en que ella entra. La puerta que hace clac. Los zapatos oscuros y brillantes del señor a un lado del sofá. La mucama de hotel que husmea, que coge lo que no es suyo y lo cambia de lugar para seguir husmeando. El señor desnudo que descubre no estar solo, que hay alguien del otro lado de la pieza, cogiendo lo que no le pertenece. El deseo de coger lo que no es suyo, la ducha aún caliente, la mucama en la habitación de hotel. Ah, las grandes y altas suites de la ciudad de Nueva York. ¡Cuántas veces habrase imaginado una escena como esta la señorita mucama del hotel! ¡Cuántas veces al señor se le habrá venido la sangre y luego ido por los rincones del cuerpo, imaginando lo que haría en un momento así! ¿Por qué pues no habría de hacerse realidad la acariciada fantasía, sin tenerla que pagar? El caso es muy delicado. La mucama del hotel ni siquiera estaba al tanto de quién era ese señor que intentaba felarla como en un filme pornográfico. Y el señor no tenía idea que estaba destruyendo su brillante carrera por un desenfrenado arranque de erotismo al estilo americano.
Esta semana se ha escupido tinta de todos los colores sobre la deshonra de Dominique Strauss-Khan. Socialista francés con un capital familiar superior a los cincuenta millones de euros. Socialista y francés. Presidente del Fondo Monetario Internacional hasta hace pocos días. Y favorito para las elecciones presidenciales de Francia (2012), antes de ese día en que la ducha lo tirara desnudo a un circo que se convirtió en juzgado americano. ¡Cuánto se ha dicho y cuánto se habrá de seguir diciendo! Las secuelas de este affaire tienden sus tentáculos en todos los ámbitos; y toda la sociedad del mundo se siente con derecho a pronunciarse… y está bien. Pero hay un matiz escurridizo en el asunto: Se está tratando con ojos de Moral lo que debiera tomarse con Sabiduría. Esta moral que de repente se siente ultrajada por sus propios defensores, es la verdadera protagonista. El escándalo (su fiscal de oficio) quiere, exige y se regocija con revelar la debilidad más ruin de un altísimo funcionario público (¿?) internacional. Y de la misma forma que los mitos griegos se jactaron tanto de enseñar las banalidades del Olimpo, las noticias de leyenda se las ingenian para que la farándula engruese sus filas de anti-héroes. La imagen de aquel hombre que en los noticieros franceses de la noche se remitiera a su limpieza y a su honestidad frente a cualquier opositor político, ahora volvía a pasar en la televisión, atado de manos como un delincuente. ¿Pero puede decirse que una persona con la reputación del señor DSK puede llegar a ser un delincuente? Claro que no.
Súbitamente las sociedades de información francesas hicieron conciencia y acataron una consigna de la ley que prohíbe la transmisión de imágenes que muestren el arresto de personas antes de haber sido declaradas culpables en un juicio. “La atadura de manos denigra la dignidad y la reputación de los individuos inocentes”. Muy oportuno el reclamo, ahora que el sujeto en cuestión resultó ser una especie de diosecillo que sostenía su rayo desde una celda. Justo en el momento en que penetraba un nuevo pasaje sombrío de la historia, la prensa sintió miedo de su oficio. Vaya. Pero parece que el señor Strauss-Khan ya tenía bastantes antecedentes de acoso sexual a funcionarias, sobrinas de funcionarias, secretarias de sobrinas de funcionarias, etc.; y no solo eso, sino que ciertos intentos de violación habían sido callados por la prensa; callados por la prensa; callados por la prensa hace no muchos años, según eso para proteger la vida íntima de uno de los personajes con más influencia sobre el auditorio económico internacional, y la reputación de las víctimas. La sociedad de información francesa había estado acunando a una fiera. ¿Pero qué no todos somos fieras? El problema aquí es que no todos somos fieras socialistas millonarias.
La noticia había que darla, pues era ya un escándalo en el mundo. Entonces todos los franceses tuvieron que enterarse de algo que no querían escuchar, por miedo a reconocerse; por temor de la verdad. Y sin embargo, en esta historia poco a poco se han ido desplazando los temas. De la felación, a la liberación condicional y al departamento neoyorquino del pobre DSK, que dice haber vivido una pesadilla. Ahora se habla de quién podrá sustituir en el FMI el cargo de Señor Desnudo. ¿Quién habrá de meterse a la ducha? El agua está caliente. Y entre la lista vemos nombres que canalizarán de nuevo todo el escarnio del mundo.

mardi 17 mai 2011

Cuenta cuántos cuentos

Viaje en órbita

Olvido o memoria: narración

¿Eres tú quien salva?
(La memoria salva)
¿Quién alejará de nosotros
esta lluvia tenaz?
Árbol de ceniza, X
Víctor Manuel Cárdenas

LA raza humana, la especie, es quizá el animal más adaptado al mundo que habita. Sin embargo tiene, ha tenido y tendrá un eterno problema, también es el animal más agresivo y violento del planeta. Su razón, es una maldición; su fuerza, la condena. La gran paradoja de la humanidad es que no trata de dominar otras especies, sino a sí misma; la guerra se ha convertido en un ejercicio de autodestrucción bien extendido por todos los lugares que puebla. La masacre y la barbarie son el estigma de la civilización humana, y hay dos maneras de afrontar este estigma: el olvido o la memoria. Uno es temporal, pues la masacre vuelve cada siempre; la otra es salvadora, pero intermitente.
La memoria es una de las subjetividades humanas más atacadas por quienes ostentan el poder. Las sociedades que conforman esta especie animal viven en polos distantes, o se les mantiene así: en el olvido, si sólo en el presente; en la memoria, si sólo en el pasado. Una carencia constante de información y razón avasalla con toda la esperanza humana. Es necesario escribir la historia de lo que falta para que la sociedad avance.
La historia es una narración de la enormidad, donde se enclavan los hechos innegables. No obstante, ante hechos de barbarie, en el discurso público se confrontan dos tipos de verdades o de realidades: una que es promovida por el Estado –quien pretende mantener el control a través de una representación de los hechos hecha a la medida–, y otra que es conservada con recelo por la sociedad –a través de la memoria pública–. Para administrar dicha memoria el Estado impone una “historia oficial”, caracterizada por la omisión de los hechos de barbarie, difundiendo una interpretación global de lo acontecido. Dentro de este relato, las víctimas pierden identidad y por tanto subjetividad. Los actos de barbarie suelen ser tratados desde distintas formas de narración: la lucha entre buenos y malos, donde Estado indiscutiblemente es bueno; o “el relato de los dos demonios”, que no deja lugar a matices para ninguno de los bandos, y donde las víctimas son tan culpables como los victimarios. Los medios que utiliza el Estado para establecer su narración de la historia son los medios masivos, paradójicamente inalcanzables para la masa que recuerda, que sufre y que se resiste al olvido sistemático a que está impuesta.
Dentro de esta dinámica la novela, el filme, el periodismo, la fotografía y todas las manifestaciones de cultura, se convierten en herramientas útiles para elaborar una contranarración que se oponga al olvido, con el afán de reconstruir la memoria de la sociedad. Muchos hablan ya de reconstruir el tejido social, para eso es urgente despertar. El régimen debe caer para que el velo del olvido se corra ante nuestra colectividad y vuelvan las razones y la paz. La narración de la memoria sólo tomará forma mientras el tiempo pasa, las generaciones nuevas, que han crecido habituadas a una verdad bien poco clara, serán terreno fértil para la palabra reconstructiva, la palabra que aspira a la reparación y a la justicia.
Pero muchas veces, para ocultar la barbarie el Estado no utiliza la amnesia, sino la ignorancia. El desconocimiento de la realidad es tan peligroso como el olvido. Parece muy simple, pero hay que enunciarlo: Mientras el olvido debe ser derrumbado con la recuperación de la memoria; la ignorancia debe ser eliminada con la revelación de la verdad. Cuando reina el silencio en un país de ignorancia, se vuelve urgente la palabra de edificación, la palabra que despierta la luz en medio de una caverna.


Foto: Ivonne Barajas

mardi 10 mai 2011

Las preguntas del millón o el millón de preguntas

Viaje en órbita

Contesta y ganarás

Josué Solís Hernández

Disculpe, ¿usted cree que la democracia es algo útil? ¿Es válido dejar que la mayoría siempre tenga la razón? ¿Un pueblo ignorante tiene derecho a elegir a sus gobernantes? Señora: ¿para qué sirve un diputado? Señor: ¿sabe usted a cuánto sale un barril de petróleo? ¿Qué es la bolsa de valores? ¿Cuántos alumnos en clase de secundaria podrían definir la palabra mediocridad? ¿Cuántos maestros sabrían explicarla? ¿Por qué la gente enciende la televisión para ponerse a platicar? ¿En su barrio los vecinos también exageran el volumen de su música? ¿Por qué es más fácil ponerse una tanga que una toga? ¿Por qué muchas personas llaman “vino” a cualquier licor? ¿Cuánto dinero debe usted? ¿Por qué muchas iglesias continúan abarrotándose todos los domingos? ¿Sabe usted calcular el diezmo? Jovencita: ¿qué es un átomo? ¿Cuántas bibliotecas públicas están cerca de su casa? Muchacho: ¿cuántos lados tiene un octaedro?, ¿a qué se parece cada lado? Niño: ¿qué desayunaste?, ¿cuántas cocacolas al día se toma tu papá? Niña: ¿cómo te gusta el brócoli?, ¿y las papas? Familia: ¿ya terminaron de leer los libros que les regalaron el mes pasado? ¿En cuántos segundos puede usted recitar el abecedario? ¿Podría completar la frase siguiente? “A mis soledades voy…” ¿Qué pasa cuando se coloca un espejo frente a un espejo? ¿Cuál es el gas que mejor sirve para respirar? ¿Qué tiene que ver esto con los árboles? ¿Por qué el cielo es azul?
Disculpe usted, ¿cree que la educación es algo útil? ¿Por qué? Señor presidente, si un albañil gana 57 pesos diarios y se toma 3 caguamas de 18 pesos cada 36 horas, ¿cuáles son sus utilidades netas por mes?, ¿y las de usted? Amigo, ¿sabes dónde venden mota? ¿A quién le tienes más miedo, al vecino o a la policía? ¿A dónde te fuiste de vacaciones en semana santa? Señor gobernador: ¿en qué se parecen Iscariote y Tadeo?, ¿qué tiene que ver esto con la PGR y la PGJE? ¿Tiene usted miedo de la muerte? ¿Cómo se mueve una torre en el ajedrez? ¿Cuál es la diferencia entre un azteca, un zapoteca y un imeca? ¿Es usted homosexual?, ¿sus hijos lo son?, ¿le provoca esto temor? Señor diputado, ¿qué tiene que ver usted con todo esto? ¿Cuándo fue la última vez que vio una buena película en el cine? ¿Sabe usted lo que significa genocidio? ¿Cuánto puede resistir un ratón bajo el agua sin morir?, ¿y un niño? Señorita colegiala: ¿Conoce usted sus derechos?, ¿cuáles son? ¿Pares o nones? ¿Ya sacaste tu credencial de elector? Joven y animoso locutor, ¿qué es una dictadura? Viejo y aburrido conductor de radio, ¿para qué sirve el fraude electoral? ¿Cuántas horas tiene un año? ¿El próximo 2012 habrá olimpiadas o mundial? Señora alcaldesa, ¿cómo le va?
Disculpe, usted que no tiene madre pero sí un buen negocio, ¿cuánto le paga a sus empleados? ¿De qué viven los vampiros? ¿Qué tipo de sangre es usted? Señor director, ¿qué modelo es su automóvil? Si en un vagón de tren caben 30 migrantes encaramados, y el tren tiene 150 vagones, ¿cuánto ganan los polleros? ¿Qué quieren decir las siglas ISSSTE, IMSS y SSA? ¿Cuál es la edad de jubilación en México? Mamá, muchas felicidades.

Sobre la información... la pobreza de interés

Viaje en órbita

El vicio circular

Josué Solís Hernández

“Era yo quien entraba, ya despierto, asomado a la niebla,
viendo cómo aquel crimen disfrazado de piedras con ventanas
se agrandaba, ensanchándose,
perdiéndose la idea de su altura,
viéndole intervenir hasta las nubes.”
Rafael Alberti, en “New York”

La información que corre cada día en los medios de comunicación se viste como remanso de luz y de verdad, y nadie la cuestiona. Muy pocos televidentes, lectores de prensa y radioescuchas se hacen preguntas sobre las intenciones de las noticias y los efectos que causan en la masa. Parece que un velo diario se corre ante los hechos del pasado; que los datos acumulados en la memoria selectiva de la gente han sido escogidos con premeditación y con ventaja. Un logro visto en la televisión, esconde el silencio de centenas de fracasos. Seamos claros, demos ejemplos y arriesguémonos a hablar:
1. Hace unos días, en el barrio de El Mezcalito, Colima, hicieron preso a un presunto asesino del exgobernador Silverio Cavazos. Una operación conjunta entre la policía federal y la armada de México concluyó con este final feliz. El sujeto apodado la Vaca según eso era el autor material de la muerte del Ventarrón, del Johnny, del Parral, de la Rata y también del Sílver, y estaba siendo protegido por elementos de la policía estatal. Recordemos que no hace mucho tiempo el gobierno colimote presentó algunos presuntos implicados en el caso, se regó el tema con un silencio sepulcral (que rima con oficial), y ni la muerte del coordinador de asesores sacó un botón en el rosal de las declaraciones. No parecía extraño entonces que los meros federales vinieran a ejecutar tareas que el estado no puede garantizar, ya que la presunta detención de algunos coludidos habría dejado libre al asesino. Sin embargo el domingo el gobernador Mario Anguiano rompió el silencio con entereza poco común, para decir que la Vaca que agarraron no es la Vaca de verdad, que debe tratarse de un error o de un rumor o de un falso mugido, e incluso dio algunos detalles que ojalá no entorpezcan las investigaciones. Pero qué importa el autor material del crimen, si falta que se encuentre, se detenga y juzgue al autor intelectual. A ese “autor”, que sigue (¿y seguirá?) transitando con impunidad, nadie le ha puesto nombre todavía. Y al final una supuesta verdad y sus refutaciones, acaban imponiéndose a la seguridad de nuestras calles.
2. Y hablando de calles, la propuesta de reforma a la Ley de Seguridad Nacional ha hecho nido en boca de todos. Esa famosa y trabada propuesta, que devuelve la libertad bélica al Ejecutivo federal (libertad desde hace mucho conocida en nuestro México). Con esta ley, promulgada en 2005, se elaboró una manera de “garantizar” la seguridad ante cualquier intervención extranjera o caos o amenaza a la armonía del Estado. Lo que el gobierno federal pretende ahora es la regulación de algunos detallitos que se han venido violando, como la utilización de las fuerzas armadas sin previa autorización del Congreso, la falta de respeto a la integridad y derechos de las personas, entre otras cosas que se propone transformar a conveniencia de todos los mexicanos. Uno de los argumentos que presentó el gobierno para justificar su propuesta es que la “guerra” es un estado bien concreto, pero la paz es siempre relativa; otramente dicho, que la guerra tiene un lugar bien preciso en las categorías de la existencia, pero la paz pudiera no materializarse nunca y que por eso es necesario asegurarla. El Estado se puso en el borde de un abismo filosófico más que político; y manifiesta sus dudas y vacilaciones estructurales, convirtiéndolas en ley. Si la paz es relativa, ¿cuánto más relativa es la seguridad? Y ¿por qué no hacer una reforma paralela al sistema de impartición de Justicia?, por ejemplo. Pero de esa ciega parece que sólo corresponde hablar a quienes la reclaman. La seguridad se impone a la justicia, porque el territorio es más rico que el país.
3. Y hablando del país, antier, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, anunció con toda solemnidad la muerte oficial de Osama Bin-Laden, otro presunto responsable de un gran crimen y enemigo No 1 del mundo occidental. La muerte de miles de hombres, mujeres y niños en el mundo fue reivindicada por fuerzas especiales del ejército de los E.U. Poco antes de que se cumplan 10 años de la destrucción de las torres en Nueva York, con las elecciones a venir, Obama provoca el regocijo de millones de ciudadanos. Ha dado venganza a las víctimas de un cuestionadísimo ataque terrorista; surge de nuevo un adalid de la justicia; la guerra en medio-oriente sigue (¿y seguirá?) siendo una causa justa, aunque lo único justo de verdad terminen siendo los precios del petróleo. Seguro que ninguna oposición obtendrá clara respuesta. La justicia de una reivindicación internacional se está imponiendo sobre la verdad de la explotación del mundo.
Un vicio circular en el uso de los medios dicta sus reglas en el círculo vicioso de la comunicación. ¿Quiénes son las verdaderas víctimas en este cuento sin fin de detectives desesperados?

mardi 26 avril 2011

Verdadera Historia de la Muerte del Corrido

Viaje en órbita
“Lo mataron”
JOSUÉ SOLÍS HERNÁNDEZ



Ya murió la Cucaracha
ya la llevan a enterrar…

EL género musical conocido como “corrido” es una de las tradiciones productoras de leyendas más enraizadas en nuestras costumbres y en el imaginario social, incluso pudiera decirse que forma parte de la “identidad nacional” mexicana. Pocos pueden resistirse a ese guaco interior que se despierta (aunque no salga) cuando –en una ramada en la playa o en un portal botanero– se escucha un grupo “norteño” narrando con acordeones y cuerdas la tragedia de Emilio Varela que quiso mezclar la traición con el contrabando y de siete balazos murió a manos de Camelia, la texana.
Muchos de los que no se resisten a la tradición preferirán escuchar y entonar el caso de Rosita Alvírez, o el de La Martina, aun más cercano a la problemática cotidiana de la sociedad, pues la infidelidad marital y la falta de pericia para mentir trajeron la muerte “justa” y a quemarropa de una quinceañera (véanse los habituales asesinatos de jovencitas en la frontera norte).
Más cercano de la sociedad, este corrido también es más cercano de la historia, más cercano de aquel corrido lastimero de Román Castillo con su caballo herido, y de los romances viejos españoles, y del Cid Campeador que en buena hora ciñó su espada, y del rey don Rodrigo, ultrajador de la sobrina del Conde don Julián, quien en venganza abrió las puertas y los puertos a los sables sedientos de sangre portados por los árabes.
También los españoles fueron sometidos por siglos, y durante ese tiempo de jodidez desarrollaron la costumbre de cantarse romancillos de pueblo en pueblo, con afán de pasarse noticias y razones. Romancillos que por azar llegaron en barco hasta este lado del mundo, y que en México –luego de varios siglos de aquella esclavitud que sirvió de escarmiento para los naturales de las Indias tanto como de sangriento frenesí para los ultramarinos– a aquellos versos octosílabos les dimos su revolcada insurgente y liberal, para luego organizar su reestreno durante la Revolución Mexicana, allá en el norte, cuando se cantaban de corrido las noticias y razones de lo que ya había pasado y lo que estaba por venir; ante un buen fuego, con un carrujo en la boca, un fusil o una guitarra entre las manos. ¡Cuántas lunas rojas pasaron y pasarán luminosas y oscuras sobre la voz cantante de los pueblos!
En la década de los sesenta –del siglo XX– los gomeros de opio hicieron famosas algunas de sus proezas contrabandistas gracias al corrido; y los salteadores de caminos comenzaron a ser los reyes de las carreteras, que no es lo mismo aunque venga siendo igual. La radio se llenó de melodías con acordeón y don Chalino y don Ramón vinieron a hacer antesala a los famosos Tigres. Todos del norte, siempre en el norte, como si aquella zona mexicana fuera un país diferente; pero no, el norte de México es quizá el México más puro, más auténtico, más cliché, donde el sombrero sigue sirviendo para taparse el sol, y el poder efectivo se pasea con botas en medio del desierto, empuñando una pistola cuyo cañón canta un himno de sonoro rugir.
El corrido fue fiel reflejo de esa época (la de los gomeros), porque ésa era su función. Pero vino luego lo que muchos llamaron “apología del crimen”, a través de la música de explotación… Fue entonces que el mal conocido y despreciado “narcocorrido” hizo su aparición en escenarios, trocas y casas disqueras. Historias macabras plagadas de lugares comunes y de balas se convirtieron en una verdadera amenaza para México que pronto se hizo realidad en valles y desiertos, en todo camino y toda ciudad. México está en el norte; y la muerte también. El pulso mexicano de último minuto está conectado a reglas de último milenio; las mismas reglas de aquel imperio decadente por sangriento; las mismas reglas de la espada victoriosa por sangrienta; las mismas reglas de las complejísimas guerras ilustradas, por sangrientas; las mismas reglas sangrientas de la dictadura, de la bola, del partido, del petróleo, de la banca, del saqueo, de la liberación y de sus máscaras sangrientas. El Estado Fallido se merece un buen corrido, por matón. Pero a nuestro romancero lo mataron.
Hace poco, en internet, me topé con varias versiones de un corrido muy curioso por absurdo: el corrido de "Lo mataron". La canción es simple, y con cualquier tonadita norteña X el lector podrá fácilmente hacerse una idea: “Lo mataron, lo mataron; lo mataron, lo mataron… etcétera” Durante 3 minutos y varias estrofas se repite la misma afirmación, que en sí misma parece decirlo todo: Lo mataron, y no hay más que contar. No hay sujeto, no hay principio, ni final. Sólo nos queda el verbo: “matar, matar, matar”, suspendido en una melodía circular que de tanto repetirse se vuelve eterna. Matar, un verbo tan humano pero a su vez tan mexicano, tan tradicional.
Tal parece que la tormentosa actualidad de este país da por sentado de qué se trata el negocio y la aventura, la noticia y la razón; que no es necesario dar explicaciones, que se habla de algo muy bien sabido por todos. La canción es económica, porque con tanto muertito que anda apareciendo, “lo mataron” se puede entonar (y se entona) a mansalva sin temor a equivocarse de sujeto, ni de historia. Tal parece, también, que –de tanto reciclarse– los antihéroes del narco se convirtieron en un producto “agotado”, que en este baile de las balas quienes se están cansando primero son los músicos, y que el corrido ya no puede caminar. Descanse en paz, si de veras lo mataron.

vendredi 25 mars 2011

Una pequeña cita Bolaniana

Bolaño, R. (2011) Los sinsabores del verdadero policía, Ed. Anagrama, Barcelona. pp. 25 y 26, y luego de 21 a 24.

2
Cuando Padilla tenía cinco años murió su madre, cuando tenía doce murió su hermano mayor. A los trece decidió que sería artista. Primero pensó que lo suyo era el teatro y el cine. Luego leyó a Rimbaud y a Leopoldo María Panero y quiso ser poeta además de actor. A los dieciséis había devorado literalmente toda la poesía que caía en sus manos y tuvo dos experiencias (más bien lamentables) en el teatro de aficionados de su barrio, pero no era suficiente. Aprendió inglés y francés, hizo un viaje a San Sebastián, al psiquiátrico de Mondragón, e intentó visitar a Leopoldo María Panero, pero los médicos, después de verlo y escucharlo durante cinco minutos, no lo dejaron.
A los diecisiete era un muchacho fuerte, culto, irónico, con brotes de violencia. En dos ocasiones llegó a la agresión física. La primera, mientras paseaba por la Ciudadela con un amigo, otro poeta, y dos jóvenes skinheads los insultaron. Posiblemente los llamaron maricas o algo así. Padilla, que de ordinario él mismo hacía esta clase de burlas, se detuvo, se acercó al más fornido y de un golpe en el cuello lo dejó sin aliento; cuando el muchacho hacía esfuerzos por mantener el equilibrio y al mismo tiempo respirar fue derribado de una patada en los testículos; su compañero intentó ayudarlo pero lo que vio en los ojos de Padilla fue superior a su grado de camaradería y optó por alejarse a la carrera del lugar del altercado. Todo fue muy rápido. Antes de marcharse, Padilla aún tuvo tiempo para patear un par de veces la calva cabeza de su contrincante caído. El joven poeta amigo de Padilla estaba horrorizado. Días después, al reprocharle su actitud (sobre todo la agresión última, las patadas gratuitas al enemigo en el suelo), Padilla respondió que contra los nazis él se permitía cualquier capricho. La palabra capricho en los labios adolescentes de Padilla sonaba como golosina. ¡Pero tú cómo sabes que eran nazis!, dijo su amigo. Iban rapados, respondió Padilla con ternura, en qué mundo vives. Además, añadió, la culpa es tuya, si recuerdas bien aquella tarde íbamos discutiendo sobre el amor, el Amor con mayúsculas, y tú todo el rato no hacías más que llevarme la contraria, refutando mis argumentos por ingenuos, pidiéndome que pusiera los pies en la tierra; cada frase tuya, que ponía en cuestión mis sueños, era como un martillo golpeándome el pecho. Luego aparecieron los skinheads y al dolor acumulado, que tú bien conocías, se añadió el dolor de la incomprensión.
(…)

1

Para Padilla, recordaba Amalfitano, existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales. La poesía, en cambio, era absolutamente homosexual. Dentro del inmenso océano de ésta distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos (1). Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas (en nuestra lengua, claro está; en el mundo ancho y ajeno el paradigma seguía siendo Verlaine el Generoso). Una loca, según Padilla, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti podían ser considerados mariquita, bujarrón y marica respectivamente. Los poetas tipo Blas de Otero eran, por regla general, bujarrones, mientras que los poetas tipo Gil de Biedma eran, salvo el propio Gil de Biedma, mitad ninfos y mitad maricas. La poesía española de los últimos años, exceptuando si bien con reticencias, al ya nombrado Gil de Biedma y probablemente a Carlos Edmundo de Ory, carecía de poetas maricones hasta la llegada del Gran Maricón Sufriente, el poeta preferido de Padilla, Leopoldo María Panero. Panero, no obstante, había que reconocerlo, tenía unos ramalazos de loca bipolar que lo hacían poco estable, clasificable, fiable. De los compañeros de Panero un caso curioso era Gimferrer, que tenía una vocación de marica, imaginación de maricón y gusto de ninfo. El panorama poético, después de todo, era básicamente la lucha (subterránea), el resultado de la pugna entre poetas maricones y poetas maricas por hacerse con la Palabra. Los mariquitas, según Padilla, eran poetas maricones en su sangre que por debilidad o comodidad convivían y acataban –aunque no siempre—los parámetros estéticos y vitales de los maricas. En España, en Francia y en Italia los poetas maricas han sido legión, decía, al contrario de lo que podría pensar un lector no excesivamente atento. Lo que sucede es que un poeta maricón como Leopardi, por ejemplo, reconstruye de alguna manera a los maricas como Ungaretti, Montale y Quasimodo, el trío de la muerte. De igual modo Pasolini repinta a la mariquería italiana actual, véase el caso del pobre Sanguinetti (con Pavese no me meto, era una loca triste, ejemplar único de su especie). Para no hablar de Francia, gran lengua de fagocitadores (2), en donde cien poetas maricones, desde Villon hasta Sophie Podolski, cobijaron, cobijan y cobijarán con la sangre de sus tetas a diez mil poetas maricas con su corte de filenos, ninfos, bujarrones y mariposas, grandes directores de revistas literarias, grandes traductores, pequeños funcionarios y grandísimos diplomáticos del Reino de las Letras (véase, si no, el lamentable y siniestro discurrir de los poetas de Tel Quel). Y no digamos nada de la mariconería de la Revolución Rusa, en donde, si hemos de ser sinceros, sólo hubo un poeta maricón. ¿Quién?, te preguntarás. ¿Maiakovski? No. ¿Yesenin? Tampoco. ¿Pasternak, Blok, Mandelstam, Ajmátova? Menos. Sólo uno, y ahora te saco de la duda, pero eso sí, maricón de las estepas y de las nieves, maricón de la cabeza a los pies: Jlébnikov. Y, en Hispanoamérica, ¿cuántos maricones verdaderos podemos encontrar? Vallejo y Martín Adán. Punto y aparte. ¿Macedonio Fernández, tal vez? El resto, maricas tipo Huidobro, mariposas tipo Alfonso Cortés (aunque éste tiene versos de maricona auténtica), bujarrones tipo León de Greiff, ninfos abujarronados tipo Pablo de Rockha (con ramalazos de loca que hubieran vuelto loco a Lacan), mariquitas tipo Lezama Lima, falso lector de Góngora, y junto con Lezama todos los maricas y mariquitas de la Revolución Cubana salvo Rogelio Nogueras, que era una ninfa con espíritu de maricón, para no mencionar sino de pasada a los poetas de la Revolución Sandinista: mariposas tipo Coronel Urtecho o maricas con voluntad de filenos tipo Ernesto Cardenal. Maricas también son los Contemporáneos de México (¡no, gritó Amalfitano, Gilberto Owen no!), de hecho “Muerte sin fin” es, junto con la poesía de Paz, la Marsellesa de los nerviosísimos poetas mexicanos. Más nombres: Gelman, ninfo, Benedetti, marica, Nicanor Parra, mariquita con algo de maricón, Westphalen, loca, Pellicer, mariposa, Enrique Lihn, mariquita, Girondo, mariposa. Y volvamos a España, volvamos al origen: Góngora y Quevedo, maricas; San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, maricones. Ya está todo dicho. Y ahora, para saciar tu curiosidad, algunas diferencias entre maricas y maricones. Los primeros piden hasta en sueños una verga de treinta centímetros que los abra y fecunde, pero a la hora de la verdad les cuesta Dios y ayuda encamarse con sus chulos (3). Los maricones, en cambio, pareciera que vivan permanentemente con una polla removiéndoles las entrañas y cuando se miran en un espejo (acto que aman y odian con toda su alma) descubren, en sus ojos hundidos, la identidad del Chulo de la Muerte. El chulo, para maricones y maricas, es la palabra que atraviesa ilesa los dominios de la nada. Por lo demás, y con buena voluntad, nada impide que maricas y maricones sean buenos amigos, se plagien con finura, se critiquen o se alaben, se publiquen o se oculten mutuamente en el furibundo y moribundo país de las letras.
—Te faltó la categoría de los simios parlantes –dijo Amalfitano cuando por fin Padilla se Calló.
—Ah, los simios parlantes –dijo Padilla–, los monos maricones de Madagascar que no hablan para no trabajar.

------------------------------------------------------------------------------
(1) (Según la RAE y sólo la rae.es): // maricón. 1. m. vulg. marica (‖ hombre afeminado). adj. 2. m. vulg. sodomita (‖ hombre que comete sodomía). 3. m. insulto grosero con su significado preciso o sin él. // marica. (Del dim. de María, n. p. de mujer). 1. f. urraca (‖ pájaro). 2. f. En el juego del truque, sota de oros. 3. m. coloq. Hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo. 4. m. coloq. Hombre homosexual. 5. m. insulto con los significados de hombre afeminado u homosexual o sin ellos. // mariquita. (Del dim. de marica). 1. f. Insecto coleóptero del suborden de los Trímeros, de cuerpo semiesférico, de unos siete milímetros de largo, con antenas engrosadas hacia la punta, cabeza pequeña, alas membranosas muy desarrolladas y patas muy cortas. Es negruzco por debajo y encarnado brillante por encima, con varios puntos negros en los élitros y en el dorso del metatórax. El insecto adulto y su larva se alimentan de pulgones, por lo cual son útiles al agricultor. 2. f. Insecto hemíptero, sin alas membranosas, de cuerpo aplastado, estrecho, oval, y como de un centímetro de largo, cabeza pequeña, triangular y pegada al coselete, antenas de cuatro artejos, élitros que cubren el abdomen, y patas bastante largas y muy finas. Es por debajo de color pardo oscuro y por encima encarnado con tres manchitas negras, cuyo conjunto se asemeja al tao de San Antón o al escudo de la Orden del Carmen. Abunda en España y se alimenta de plantas. 3. f. perico (‖ ave trepadora). 4. f. Arg. Baile popular que ejecutan varias parejas puestas frente a frente, con un pañuelo blanco en la mano, acompañadas por un guitarrista cantor. 5. f. Arg. Música y cante con que se acompaña este baile. 6. m. coloq. Hombre afeminado. // loco, ca. (Quizá del ár. hisp. *láwqa, y este del ár. clás. lawqā', f. de alwaq, estúpido; cf. port. louco). 1. adj. Que ha perdido la razón. 2. adj. De poco juicio, disparatado e imprudente. 3. adj. Dicho de cualquier aparato o dispositivo: Que funciona descontroladamente. La brújula se ha vuelto loca. 4. adj. Que excede en mucho a lo ordinario o presumible. en sent. positivo. Cosecha loca; Suerte loca. 5. adj. Dicho de las ramas de los árboles: Viciosas, pujantes. 6. adj. Fís. Dicho de las poleas u otras partes de las máquinas: Que en ocasiones giran libre o inútilmente. 7. m. y f. coloq. Nic. y Ur. Entre jóvenes, para dirigirse o llamar a otro. 8. f. Hombre homosexual. 9. f. coloq. eufem. Arg., Cuba y Ur. Mujer informal y ligera en sus relaciones con los hombres. 10. f. coloq. eufem. Arg. y Ur. prostituta. // bujarrón. (Del it. buggerone, y este del lat. tardío bŭgerum). 1. adj. sodomita. (Del lat. bíblico Sodomīta, este del gr. Σοδομῖτις, y este del hebr. sĕdōm, Sodoma). 1. adj. Natural de Sodoma. 2. adj. Perteneciente o relativo a esta antigua ciudad de Palestina. 3. adj. Que comete sodomía. ((De Sodoma, antigua ciudad de Palestina, donde se practicaba todo género de actos deshonestos). 1. f. Práctica del coito anal.)) // mariposa. (De Mari, apóc. de María, y posa, 2.ª pers. de sing. del imper. de posar). 1. f. Insecto lepidóptero. 2. f. Pájaro común en la isla de Cuba, de unos catorce centímetros de longitud total, con el vientre y rabadilla rojos, lomo de color verde claro y alas aceitunadas. Se cría en domesticidad por su canto. 3. f. Pequeña mecha afirmada en un disco flotante y que, encendida en su recipiente con aceite, se pone por devoción ante una imagen o se usa para tener luz de noche. 4. f. Luz encendida a este efecto. 5. f. Forma de natación en que los brazos ejecutan simultáneamente una especie de rotación hacia delante, mientras las piernas se mueven juntas arriba y abajo. 6. f. Taurom. Suerte de correr las reses abanicando con el capote a la espalda y dando el diestro la cara al toro. 7. f. Cuba. Planta herbácea de hojas lanceoladas y flores blancas, muy olorosas en forma de mariposa, que crece en lugares húmedos y se reproduce por rizomas. 8. f. Cuba. Flor de esta planta. Es la flor nacional de Cuba. 9. f. Hond. tronera (‖ juguete de papel plegado). 10. f. Hond. Instrumento para regar, en forma de hélice o de grifo giratorio que, unido a una manguera, hace que el agua se esparza de manera uniforme. 11. f. Hond. Hélice del motor de una lancha. 12. m. coloq. Hombre afeminado u homosexual. // ninfo. (De ninfa). 1. m. coloq. Narciso (m. Hombre que cuida demasiado de su adorno y compostura, o se precia de galán y hermoso, como enamorado de sí mismo.) // fileno, na. (De Filena, nombre de mujer). 1. adj. coloq. Delicado, afeminado.
(2) // fagocitosis. 1. f. Biol. Captura de partículas microscópicas que realizan ciertas células con fines alimenticios o de defensa, mediante la emisión de seudópodos.
(3) // chulo, la. (Del mozár. šúlo, y este del lat. sciŏlus, enteradillo). 1. adj. Que habla y obra con chulería. 2. adj. chulesco. 3. adj. Lindo, bonito, gracioso. 4. adj. Guat., Hond., Méx. y P. Rico. guapo (‖ bien parecido). 5. m. y f. Individuo de las clases populares de Madrid, que se distinguía por cierta afectación y guapeza en el traje y en el modo de conducirse. 6. m. Hombre que ayuda en el matadero al encierro de las reses mayores. 7. m. Hombre que en las fiestas de toros asiste a los lidiadores y les da garrochones, banderillas, etc. 8. m. rufián (‖ hombre que trafica con mujeres públicas). 9. m. Col. zopilote.